La segunda semana de septiembre consistió en equilibrar datos más suaves con la cautela de los bancos centrales y algunos episodios de tensión geopolítica. En EE. UU., la lectura del IPC de agosto fue de +0.4% m/m, elevando la tasa anual al 2.9%, su nivel más alto desde enero.
El yen japonés se encuentra en una encrucijada. Tras años desempeñando un doble papel, activo refugio y moneda de financiación para operaciones de carry trade, se enfrenta a un punto de inflexión. El Banco de Japón insinúa el fin de su era de tipos ultrabajos, ¿recuperará el yen su brillo como activo refugio o seguirá siendo la moneda de financiación favorita del mundo?
Septiembre comenzó con los inversores sopesando datos más débiles, bancos centrales cautos y riesgos geopolíticos persistentes.
En EE. UU., el informe de empleo de agosto marcó el tono. Las nóminas aumentaron en 165,000, por debajo de las expectativas, mientras que el desempleo subió a 4.3%, el nivel más alto desde 2023.
La inflación en la Eurozona ha superado ligeramente el objetivo del 2% del BCE, situándose en el 2,1%. A primera vista, parece insignificante, pero los traders prestan atención a estos pequeños movimientos. La razón es que incluso un leve exceso puede moldear las expectativas sobre las tasas de interés, lo que rápidamente afecta a las acciones. Los mercados reaccionaron en consecuencia: el STOXX 600 cayó alrededor de un 1,5%, mientras que el DAX bajó más de un 2% cuando los inversores reajustaron sus carteras. Incluso un pequeño cambio en los datos duros puede generar un efecto dominó en los mercados.
Durante décadas, Japón ha sido la tierra del dinero barato. Los tipos de interés se mantenían cerca de cero, a veces incluso por debajo, mientras que otros países ofrecían rendimientos mucho más altos. Esa diferencia creó lo que los traders llaman el “carry trade”. La lógica es sencilla: pedir prestado yenes casi sin coste, cambiarlos por dólares e invertir en bonos estadounidenses que pagan un 4-5%. La diferencia se convierte en tu beneficio.